Por: Andrea Hernández, Fisioterapeuta Neonatal, Pediátrica y de Atención Temprana, Doula, Educadora Perinatal
Imagina caminar por el pasillo del hospital, con el dolor sordo de tu cesárea recorriéndote el vientre. Cada paso duele —las grapas en la incisión arden, el cuerpo pesa como plomo—, pero sigues avanzando. Llegas a la puerta de la UCIN y, antes de entrar, te repites en un susurro: “bebé de riesgo”. Es lo que entendiste sobre la situación de tu bebé, palabras que definen las conversaciones con los médicos, que se instalan en tu mente como un mantra de miedo. Al otro lado del cristal, su cuerpo diminuto lucha bajo las luces azules de la incubadora, conectado a cables que parecen venas artificiales.
Tocas el vidrio con la mano —frío, impersonal—, mientras una voz interna te grita: «Esto no es lo que soñé. ¿Dónde quedó el piel con piel? ¿El primer llanto? ¿La lactancia?». Las enfermeras te explican términos que no entiendes: apnea, surfactante, sonda NG, electro.. qué?. Asientes con la cabeza, pero por dentro solo hay un vacío.
Esta no es una historia aislada. Es el inicio de la maternidad para miles: un camino de batallas silenciosas, de culpas que no existen («¿Hice algo mal?»), de sonrisas falsas ante familiares que repiten «pronto saldrán de aquí», pero nunca preguntan «¿cómo te sientes? o ¿ya comiste?». Hoy escribo esto para que el sistema escuche, para que los protocolos hospitalarios incluyan abrazos, para que ninguna madre vuelva a sentirse tan rota… y tan invisible, en la sala de espera de su propia vida, este blog es para ustedes, las mamás UCIN.
La hospitalización de un recién nacido es una experiencia que transforma radicalmente la narrativa de la maternidad. Lo que debería ser un momento de conexión y alegría se convierte, para muchas madres, en un viaje marcado por la incertidumbre, el miedo y la vulnerabilidad, las llamadas mamás UCIN.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 20-30% de las madres con bebés ingresados en unidades neonatales desarrollan síntomas de depresión posparto, una cifra alarmante que triplica la de partos sin complicaciones. A esto se suma el síndrome de estrés postraumático, presente en el 25% de los casos, derivado de procedimientos médicos invasivos o diagnósticos críticos.
Estos datos no son solo estadísticas: son reflejo de un sistema que, al priorizar la supervivencia del recién nacido, suele dejar en segundo plano el bienestar psicológico de quien lo sostiene. La madre ES la paciente invisible.
Pero, ¿qué puedes hacer por las mamás de UCIN?
Pero, ¿qué puedes hacer por las mamás de UCIN?
Si perteneces a un hospital, público o privado:
- Impulsa la creación de equipos transdisciplinarios que integren psicólogos,
- Fisioterapeutas, logopedas y especialistas en salud mental materna.
- Capacita a tu equipo en comunicación empática y escucha activa: sustituye frases
técnicas por lenguaje humano (ej: “Vamos a explicarte cada paso” vs. “Son solo
protocolos”). - Difunde nuestro Encuentro Virtual para mamás UCIN que tiene lugar todos los jueves
Si eres familiar de una mamá UCIN:
- Cuida su alimentación y bienestar: las mamás descuidan sus comidas, así cómo su descanso.
- Si tiene otros hijos, pregúntale si necesita que los lleves a pasear, o cuides de ellos.
- Evita preguntas como: “¿Pero qué pasó?” o “¿Y por qué está así?” y cámbialas por:
“¿Quieres que te traiga un sanduche o un batido?” o “¿Te llevo ropa?” - Compártele nuestro Encuentro Virtual Gratuito para UCIN o NICU que es un espacio seguro para que los padres compartan experiencias y emociones así como desafíos que esta situación presenta.
A las familias y comunidades que han vivido esta experiencia, su voz es invaluable. Compartir testimonios en redes sociales con etiquetas como #MamáDeUCIN rompe el estigma y construye redes de solidaridad. Participar en iniciativas que acompañen a nuevas madres o presionar por políticas públicas que garanticen seguimiento psicológico post-alta son acciones transformadoras. La empatía colectiva puede cambiar narrativas: sustituir frases como “al menos está vivo” por “¿cómo estás tú hoy?” reconoce el dolor sin minimizarlo. Y tú, qué opinas?
Recuerda, no estás sola, no tienes la culpa de nada. ¡Con ayuda, te sentirás mejor! Comparte este blog de apoyo en salud mental perinatal con quien lo necesite.
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